Diego, el niño Arhuaco que sueña con ser "Rey vallenato"
Llegó a los cinco años a Valledupar.
Diego, un niño indígena de la tribu de los Arhuaco, que llegó a los cinco años a Valledupar dejó su tierra natal y las costumbres de su etnia y hoy, con once, sueña con ser un día el Rey del Festival de la Leyenda Vallenata.
A sus cinco años, cuando su papá lo llevó por primera vez a una ciudad desde su natal Sabana Crespo, el niño no imaginaba lo que era estar en un lugar como Valledupar, la capital del departamento del Cesar y eso lo llenaba de "susto" al no "conocer a nadie" y solo poderse comunicar "por señas o con la ayuda de un amigo de la familia que hablaba su dialecto", como lo narra Diego.
Al cumplir la edad de ir al colegio, su padre Arowín y su madre Rosalía decidieron que Diego, el mayor de tres hermanos, debía ir a Valledupar para que iniciara la escuela "porque en la montaña vivía muy lejos de una institución educativa y me tomaría a diario varias horas ir y regresar a mi hogar, una sencilla choza de madera con piso de tierra", así descrita por el niño arhuaco.
Sus padres se pusieron en contacto con una familia conocida de apellido Maestre a través de un amigo, para que lo recibieran y pudiera ir a un colegio en el mundo agitado y diferente de los Bunachu, como llaman los arhuacos al hombre blanco.
Diego llegó con su padre una tarde a la casa de los Maestre tras recorrer un largo camino a pié, luego a lomo de mulo, y por último en moto, sin saber que se quedaría allí y que solo volvería a ver a su familia en las vacaciones escolares, "mi papá estuvo unas horas conmigo, luego se marchó y me dejó allí sin explicarme nada", cuenta el niño.
Al principio Diego casi no salía de su habitación, le asustaba la oscuridad y le era difícil comunicarse, pero Isela Maestre, quien hizo las veces de su hermana y tutora, tomó con mucha responsabilidad la tarea de ayudarlo en su inserción en el mundo de los Bunachu y de enseñarle sus primeras palabras en español para que pudiera entrar al colegio.
Con el paso del tiempo y habiéndose ganado el cariño de su nueva familia Diego hizo algunos amigos en el barrio Divino Niño, donde vive y queda su colegio y aunque no fue fácil, ya que algunos niños de su edad le gritaban "Indio" para ofenderlo, se hizo respetar, "aunque no siempre por las buenas", rememora.
Un día Isela habló con un vecino que solía pasar frente a su casa con instrumentos y le preguntó si le podía enseñar a Diego algo de música para que el niño tuviera algo que hacer cuando saliera del colegio y se mantuviera alejado de los vicios y los malos pasos, "el profe", como lo llaman, aceptó.
Así, "el profe" Birgilo Barrera, quien tocó junto al fallecido Diomedez Díaz, y quien además es profesor de música en un proyecto de la fundación Festival de la Leyenda Vallenata, que junto a la empresa Claro Colombia, otorga becas a niños en situación de vulnerabilidad para fomentar la formación musical y el arraigo de sus raíces culturales y tradiciones, logró conseguirle un cupo en el programa.
Los siguiente era escoger uno de los tres instrumentos que se interpretan en el vallenato tradicional; la caja, la guacharaca y el acordeón, y el niño se decidió por estudiar este último para ser acordeonero como su padre y "tal vez algún día ser rey vallenato" en el evento anual más importante de esta música en el país, el Festival de la Leyenda Vallenata.
Antes de alcanzar su sueño, Diego tendrá que continuar con el proceso de formación en el programa, que inició junto a 174 niños y niñas, y del que el pasado día 23 se recibió una nueva promoción en una emotiva ceremonia en la capital del vallenato.
"El programa educativo es un semillero de oportunidades para la conservación de la tradición musical vallenata", comenta Alonso Sarmiento Araujo, directivo de la Fundación de la Leyenda Vallenata, de la que se han beneficiado más de 600 niños de las comunidades vulnerables de Valledupar en donde un 43 % de sus familias han sido víctimas de situaciones asociadas al conflicto armado en Colombia.
El Vallenato, la música tradicional de la región, declarado en 2015 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), es una de las expresiones culturales más importantes de Colombia y el festival que lo promueve cumplirá 50 años en el 2017.
Mientras tanto, Diego crece sin olvidar su natal Sabana Crespo, su etnia arhuaca y estos años que lleva construyendo el sueño de ser un día, entre tantos viajes del viento por las tierras de los cantores, el próximo Rey Vallenato.
EFE